No siempre es necesario recomponer lo que se rompe, lo que se desbarata. A veces, los fragmentos que subsisten revelan espacios en los que se gesta lo desconocido, donde la vida se ofrece en una luz diferente. En esos momentos se aprende a apreciar lo poco que se mantiene sólido y firme, lo resistente, aquello que realmente tiene valor, y a dejar atrás lo que ha perdido su significado. No hay que aferrarse a lo que fue; en ocasiones, el verdadero acto de amor hacia uno mismo consiste en aceptar, en liberar y en seguir adelante sin la necesidad de comprender cada matiz de lo que acontece.
miércoles, 8 de enero de 2025
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