Renunciar a la nostalgia de ese paraíso perdido que es la infancia representa, en esencia, el primer paso hacia una conexión amorosa genuina. De este modo, el amor se transforma en lo que realmente debe ser: el acto de ofrecer lo que no se tiene. En esa inteligencia, amar es siempre sinónimo de crear. El verdadero vínculo surge únicamente cuando el individuo se libera de la búsqueda constante de recuperar lo que una vez fue. Es en esa renuncia, y en la aceptación de la pérdida, donde el sentimiento hacia el otro puede crecer y florecer naturalmente. De lo contrario, los intentos de construir una relación se convierten en ecos vacíos, atrapados en la repetición, anclados en el limo del pasado y, en consecuencia, destinados a no avanzar. En la entrega amorosa, la relación se transforma en una mutua construcción, un vínculo que une dos vidas sin las ataduras de un pasado que, aunque presente en nuestra memoria, no debe dictar las reglas del futuro. Así, el pasado se convierte en un recuerdo que da forma a quienes somos, pero no en una prisión que limite nuestras posibilidades de amar.
viernes, 27 de diciembre de 2024
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