La vida es como un río que no cesa de fluir. No se detiene ni retrocede. Simplemente avanza, hacia su destino. Nuestra existencia también es un vaivén incesante entre obstáculos y mareas cambiantes. No hay vuelta atrás, ni segundas oportunidades. En este curso incesante hay momentos calmos y procelosos, pero el río siempre se mueve, incluso en la tranquilidad. Su avance es continuo, siempre hacia la desembocadura. También nosotros nos perderemos en el mar de nuestro destino. No hace falta llegar a ese instante para comprender que todo es un simple recorrido, un trayecto más o menos extenso que no se puede repetir, pero que nos ha llevado a donde estamos ahora.
lunes, 27 de enero de 2025
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
CINCUENTA Y EL HORIZONTE
Estoy a seis días de los cincuenta. No sé qué se supone que debe sentirse, pero aquí, bajo el sol, frente al mar, sólo pienso en la lín...

-
La idolatría se introduce en la mente como una sombra suave, un inicio que empieza con una idea, con una convicción vestida de verdad a...
-
Hubo un momento en la vida, difícil de determinar con exactitud, en el que todo se volvió evidente: este mundo ya no tiene remedio. ...
-
El aburrimiento es una rareza en estos tiempos de velocidad constante, donde todo parece moverse más rápido de lo que podemos asimilar....
No hay comentarios:
Publicar un comentario