No toda mala noticia es un mal presagio, ni toda derrota es el fin del camino. Existe una realidad lateral, paralela, moldeada por la incertidumbre y la resignación, que se convierte en un extenso e invisible mapa hacia la felicidad. Si postergamos las decisiones importantes, opera un curioso accidente: cerca de tocar fondo, el destino toma el control. Por eso, no se debe dilapidar el tiempo en las elecciones sobre lo trivial, esas que no alteran el curso de nuestras vidas, sino destinarlo a aquellas que sí lo ameritan. Si omitimos tomar las riendas de nuestra existencia, lo que marca la diferencia surge del azar, de esa realidad lateral que se nos impone, sin importar nuestros esfuerzos por evitarla o nuestro desdén por crearla. Así, si no nos atrevemos a decidir, debemos aprender a agradecer las malas noticias que nos empujan a actuar. En el fondo, lo esencial es encontrar aquello que nos impulse a avanzar, incluso cuando el primer paso parece un reto insuperable.
miércoles, 27 de noviembre de 2024
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