martes, 19 de noviembre de 2024

SABEMOS QUIÉN ERES

     Caminaba sin rumbo, con el peso de sus actos a cuesta, pero sin buscar redención. Los árboles, cicatrizados por el tiempo, permanecían inmóviles, dando vida sin pedir nada a cambio. Bajo sus pies, el rocío humedecía la tierra, esperando al alba que, como siempre, llegaría sin falta. No había necesidad de perdón, pensó. La vida, como los árboles y el rocío, simplemente continuaba, indiferente a culpas o remordimientos. El sol borraría las huellas de la noche, dejando sólo lo que debía seguir existiendo.



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