Hay en el fondo de mi ser un lugar donde los sueños se despiertan. Son como flores que germinan en la arena, hermosas y efímeras. Me repito una promesa: "en el futuro", como si fuera un faro que ilumina el camino. Pero esa promisión es un eco que se desvanece en el aire, sin llegar nunca a su destino. Incluso así, sigo adelante, porque la inmovilidad es más aterradora que el riesgo de caer. La duda me acompaña, pero me aferro a la esperanza de que, en ese horizonte arbitrariamente trazado, encontraré la fuerza para alcanzar lo que hoy apenas me atrevo a soñar. Y tal vez, en ese momento, descubriré que el sueño no era sólo una ilusión, sino una puerta que se abre a lo posible.
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