La gente ya no se mira. No del todo. Dan. Dan lo que les sobra. Lo que no duele. Rápido, como quien tira un cigarrillo al mar. Pan duro. Monedas frías. Sonrisas de manual. Pero hay otra hambre. Silenciosa. La del que parte su pan en trozos y se olvida del banquete propio. Al final, estamos desnudos. Todos. Nadie lo nota. Ciegos de tanto no mirar. Lo peor no es el engaño. Es no saber que te engañás.
viernes, 18 de julio de 2025
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