sábado, 31 de mayo de 2025

FUERA DE TIEMPO

      Lo importante nunca avisa. Crece en silencio, dentro. Mientras la vida sigue, ahí dentro germina, fuera de tiempo. Un día simplemente está. Como una huella que no vimos dejar. No lo buscábamos. Ya era parte de nosotros antes de saberlo. Sólo entonces lo vemos claro. No hay espera. Sólo ese lento hacerse en la calma. Una nota suspendida en el aire cuando la música ya terminó. Un instante quieto donde todo se nombra. Sin fecha. Sin aviso. El presente se cuece en el pasado. Así llega lo verdadero.




jueves, 29 de mayo de 2025

DEFENSA PROPIA

     Bien mirado, el egoísmo auténtico no es un vicio. El mundo te exige capitulación. Te induce a rebajar tus ideas, a moldearlas para encajar en el rebaño. "La grieta" no nace sólo de la divergencia auténtica, sino también del miedo a ser señalado y del pánico a perder el abrazo del grupo. Pero el buen egoísta -aquel que sólo escucha su brújula interior- sabe que someterse es un suicidio discreto. Es paradójico, pero ese individuo, radicalmente fiel a sí mismo, analiza el mundo con mayor precisión. Palpa injusticias que envenenan el aire común, detecta contaminación que mancha su propia piel, detecta hambre que genera caos, detecta ruido que corroe su calma. Comprende que ningún bienestar es posible en un sistema diseñado para la infelicidad colectiva. ¿De qué sirve su riqueza si la desesperación ajena derriba su puerta? ¿De qué sirve su salud en un entorno enfermo? Por puro cálculo existencial, ese egoísta se vuelve revolucionario. Exige justicia porque anhela paz. Combate la explotación porque busca seguridad. Defiende la educación porque necesita un mundo menos estúpido. Su lucha no nace de la bondad, sino de una verdad elemental: la infelicidad ajena es una bomba de tiempo contra su propia supervivencia. Así, ese "egoísmo" condenado por hipócritas se revela como la única lógica sensata. Defender tus ideas no es mezquindad: es el último acto de cordura en un teatro de sumisos. Porque transformar el mundo no es altruismo. Es un acto de legítima defensa. Bien mirado, ese egoísmo auténtico no es un vicio. Es la revolución más pura.




martes, 27 de mayo de 2025

ENCONTRAR EL RÍO

     Guardar la calma en el centro del huracán. Saber que la certeza es un faro, no un puerto. No apresurar el tiempo: dejar que se abra solo, como fruta madura. Observar la farsa triunfar a cada paso, y elegir no vestir sus disfraces. Ser odiado sin haber dado motivos. Sólo existir, puro, sin explicaciones. Soñar despierto, sin permitir que los sueños construyan jaulas. No inclinarse ante el éxito ni morderse los labios en la derrota: ambos son vientos que giran y se desvanecen. Ver cómo los cobardes convierten verdades en armas, y aun así seguir diciéndolas. Encontrar lo roto, recogerlo sin reproches, y volver a unirlo con paciencia. Jugar todo a lo que no tiene garantías. Perder. Jugar otra vez. Y guardar el secreto de las caídas como una moneda de oro en el bolsillo. Hay algo sagrado en no añadir palabras donde el silencio basta. En permanecer, ligero, cuando el mundo se desangra en gestos grandilocuentes. No es valentía. Es más íntimo: la obstinación de un latido que no se detiene, incluso cuando nadie lo escucha. Así se cuenta lo que perdura, sin nombrarlo. Así se dibuja, con trazos mínimos, un corazón que insiste, callado, en el centro del huracán.




domingo, 25 de mayo de 2025

25 de mayo

     Hay instantes en que el cielo se dobla sobre sí mismo, y entonces comprendemos que las despedidas no son más que cartografías del alma. Te observé avanzar hacia la puerta de embarque, y fue como ver a una parte del mundo desprenderse en silencio. Una melodía surgió entonces -no sé si del aire o del pecho- y se tendió entre nosotros un puente invisible. La guardé dentro de otro sobre sellado con silencio, junto a todas las ausencias que no nombro, junto a esa niebla que se confunde con todo lo que callo y vos, sin embargo, siempre escuchás. Desde aquí, el mundo es un ventanal por el que me asomo cada mañana, buscando en el horizonte la línea curva de un tren, el perfil de un retorno. No hay pena que resista cuando sé que, allá donde estés, llevás mi nombre tatuado en una costilla, igual que yo sostengo el tuyo en las palmas de las manos, allí donde el tiempo se coagula en cicatriz. Te imaginé sonriendo -esa sonrisa que descompone el universo- y entendí, al fin, que la felicidad no es un territorio, sino la claridad con que alumbramos lo que falta. Si alguna vez la noche se quiebra sobre vos, recordá esta canción sin notas. Es una promesa construida con pedazos de eternidad: dondequiera que te alcance una sombra, cavaré un pozo hasta encontrar esperanza. Y todas las veces que quieras, volveré a entregarte todo, como siempre, como jamás dejaré de hacerlo, hasta que los mapas se deshagan en polvo y las distancias bajen la cabeza. Queda esta melodía. Es la despedida que no se atreve a nombrarse, la partitura de un encuentro que ya está sucediendo, en algún lugar, mientras el aire viaja de un pulmón al otro.




viernes, 23 de mayo de 2025

GRIETA

     Subir. El viento arrasa las certezas. La fe construye muros con los ojos cerrados; la ciencia los desarma, ecuación tras ecuación. Entre ambas, el hombre avanza: en una mano lleva lo sagrado; en la otra, la razón. Arriba, el mundo es sólo aire y vértigo. Nubes que deshacen el cielo en segundos. El pasto se aferra a la tierra, como preguntas sin respuestas. El espíritu se expande, no por las respuestas, sino por el simple milagro de estar vivo, ahí, en el límite donde lo que se puede medir y lo que sólo se intuye se observan sin tocarse. ¿Llorar? Sí. Pero no por miedo. Por entender, al fin, que la única victoria es permanecer en esa grieta, con los pies desnudos y el corazón abierto, sabiendo que ni los dioses ni los números llenarán el vacío. Vivir, al final, es eso: caminar en la delgada línea donde el misterio duele, pero nos hace seguir respirando.



martes, 20 de mayo de 2025

BREVEDAD DEL FUEGO

     La existencia es un camino que se borra al andar. La duda fabrica verdades con arena movediza. Saber demasiado quema sin dar respuestas. El orden construye jaulas de cristal. El desorden las llena de mariposas. Las reglas de ambos son espejos enfrentados: reflejos que nunca terminan. La tierra es redonda y nos engaña: lo más lejano vive bajo nuestra piel, lo cercano se hace humo al tocarlo. Amar es alejarse de alguien en línea recta y descubrir que el camino se ha curvado ¿De qué hablo? Del simple acto de respirar. Conozco el aire que llena los pulmones como un relato, el tiempo que se dobla y estira como un acordeón. Vivir no es más que dibujar figuras en la orilla antes que llegue la marea.




lunes, 19 de mayo de 2025

COLORES ROTOS

     El país se pintaba de dos colores que se negaban a mezclar. Ella llevaba un pañuelo verde que le mordía el pelo. Él vestía el blanco inmaculado de su camisa. Un mismo himno, pero en claves distintas. La plaza estaba llena de pancartas. Octubre olía a café quemado. Ella repartía volantes con consignas de justicia. Él discutía el peso de la herencia en voz alta. Sus miradas chocaron frente al quiosco de diarios. Un instante de cristal roto. El tiempo se rajó. Los vio desnudos de colores. Un altavoz cercano rugió consignas. Él se abrochó la chaqueta con el bordado "Libertad". Ella se ajustó el chal como armadura. Caminaron en círculos alrededor del mismo monumento. Órbitas paralelas. Ahora, al caer la noche, algunos juran ver dos siluetas junto al Obelisco. Fantasmas que intentan descifrar cómo, bajo tantos colores opuestos, no hubo espacio para un solo abrazo. El amor que pudo nacer yace bajo la misma tierra que juraron salvar. Enterrado vivo.



jueves, 15 de mayo de 2025

LO SAGRADO

     Se encontraron cuando el tiempo se dobló como un papel quemado. Él, con sus gestos rígidos; ella, con su manera de mirar que desenterraba tesoros. El aire entre ellos era un pergamino donde se inscribían, sin tinta, los salmos de una liturgia personal. Compartieron el pan bajo la luz oblicua de un mediodía perpetuo. En cada mordisco, una parábola: lo divino no como fulgor, sino como hendidura. Ella mencionó caminos polvorientos y apariciones que sólo se revelan al desaparecer. Habló de un cuerpo que, tras la muerte, conservaba el hábito de comer lo necesario y mostrar cicatrices. "No es lo que resucita, sino lo que permanece", dijo. "Lo eterno se disfraza de costumbre", entendió él. Noches de tacto cartográfico. Él la recorría como quien descifra un manuscrito iluminado, buscando en los pliegues la letra pequeña de un pacto olvidado. Al esconderse el sol, la luz de una vela proyectaba siluetas que se alargaban hacia lo alto, fantasmas de una ascensión suspendida. En su costado, una marca pálida: la geografía de una herida que había aprendido a respirar. Ella partió al tercer día, dejando tras de sí un vacío con forma de ofrenda. En su lugar, las coordenadas numéricas y el rastro de un café frío. Ahora él vaga por la ciudad escudriñando esquinas, convencido de que ciertas ausencias son la única manera en que lo sagrado se manifiesta: un hueco que arde, una promesa escrita en negativo. Cuando come, recuerda: "El pan sabe a despedida y a eternidad". El aroma de ella permanece en sus manos. Reflexiona sobre cómo el amor, al igual que los dioses, sólo se nombra verdaderamente cuando se convierte en leyenda. O en polvo que espera, quieto, el viento correcto.




TENUE

     En aquellos días de fiebre, cuando el mundo se veía un campo de batalla y la eternidad una apuesta segura, uno creía que la vida era una carrera hacia cumbres imposibles. Después, sin anunciarse, llega el momento en que comprendes: no hay trofeos que valgan el peso de su oro. Es una revelación silenciosa. Te das cuenta de que todo lo que importa cabe en gestos diminutos: el modo en que alguien deja caer una carcajada en medio de una frase, el libro que alguien subraya y olvida sobre la mesa, las horas que se deshacen sin testigos, los ojos húmedos de un padre vulnerable. Ya no hay enemigos que vencer, ni banderas que clavar en tierras lejanas. Sólo esto: el arte de perder el tiempo con dignidad. Dejar que las cosas sucedan, como el agua que se aquieta y, sin prisa, descubre su propio reflejo. Los sabios son aquellos que aprenden a sentarse a ver caer la tarde, y no piden nada más. No porque hayan renunciado, sino porque han entendido: la verdadera epopeya es la de los que sostienen el mundo con sus manos abiertas, sin apretar los puños. Y si acaso alguien, en algún lugar, sigue soñando con hazañas y estrellas, tú sonríes. No con pena, sino con la certeza íntima de quien ha encontrado, al fin, el brillo opaco y perfecto de lo que nunca se apaga.




martes, 13 de mayo de 2025

NAVEGAR

     Vivían separados por kilómetros y por costumbre. Él en un pueblo tranquilo, ella en una ciudad que nunca dormía. Casi cincuenta años les habían enseñado que el amor, a veces, es un idioma de gestos pequeños y ausencias largas. Se encontraban donde podían. No había planes, sólo esa frase que él repetía al oído, como un ritual: "Vení a navegar tus barcos a mi alrededor". Ella entendía: traé tus historias, tus heridas, tus triunfos sin testigos. Dejalos flotar aquí, junto a mí. En cada despedida, ella le entregaba algo frágil: una postal, una llave oxidada, un verso en una servilleta. "Quemar puentes no duele cuando la llama la encienden dos", escribió una vez. Él guardaba esos restos como reliquias de un fuego que no consumía, sino que alumbraba. No hablaban del futuro. Sabían que la vida es un catálogo de instantes prestados. En sus encuentros, creaban islas: efímeras, necesarias. Ella dejaba siempre una taza de café a medio beber. Él memorizaba el ritmo de su respiración al dormir. Así, entre llegadas y partidas, descubrieron que no existe lo eterno. Sólo existe el arte de arder sin miedo, aunque sea un segundo, antes de que la noche lo apague todo.




domingo, 11 de mayo de 2025

RASTRILLAR

     Ya está por ocurrir, ese número perfecto: cincuenta órbitas alrededor del sol. Medio siglo. Como un mapa desplegado sobre la mesa, hay que trazar un círculo alrededor de lo realmente vivido y dejar que el resto se pierda. Rastrillar lo que queda. Contar las batallas sin vencedores, las alegrías que se desvanecieron antes del festejo, los afectos que no supimos nombrar. ¿Valdrá la pena archivar hojas sueltas en carpetas con fechas exactas? ¿O será mejor quemar los álbumes donde coleccionamos instantes que nunca se decidieron a ser recuerdos? ¿De qué sirve guardar en cajas lo que el tiempo convirtió en ceniza? El desafío es claro: encontrar una respuesta, aunque sea mínima, a lo que nunca tuvo pregunta. ¿Fue en vano caminar entre árboles que guardaban historias en sus sombras? ¿Seguir el ritmo de las mareas con compañeros que no exigían explicaciones? ¿Todo terminará convertido en polvo, incluso lo que aún nos quema por dentro? Quizás haya que dar un paso, dejar atrás los duelos que se repiten y los cielos que fingen consuelo. Ya está ahí, ese número perfecto: cincuenta ciclos de luz y oscuridad. No es un final, sino el borde desde el que se ve con mayor claridad: lo que rechazamos no es más que el mapa de nuestras propias limitaciones. Ya está ahí, ese vértice exacto: cincuenta veranos e inviernos, cincuenta velas encendidas en el mismo altar. No es una cifra, sino el umbral donde se revela lo evidente. Ni el miedo de ayer, ni la urgencia de mañana. Crear y plantar una semilla, sólo una, exige la obstinación de quien sabe que la tierra no promete nada. Pero hay que hacerlo, aunque duela.





sábado, 10 de mayo de 2025

DRIFTWOOD

     Hay momentos en que soy un fantasma con documento de identidad. Camino por la calle, pago el alquiler, como medialunas, pero algo en mí se queda flotando a tres centímetros del suelo. Como esos sueños en los que gritás y nadie te escucha. Un amigo me dijo una vez: "Vivís como si te hubieras olvidado el alma en el asiento del bondi". Tenía razón. Pero ¿acaso no viajamos todos así, medio ausentes, medio en otra parte? Hasta los objetos lo saben: ese mate que usás cada mañana no está del todo seguro de que seas vos quien lo levanta. El espejo del baño duda antes de reflejarte. La verdad es simple: no hay manera de estar completamente en ningún sitio. Como esas canciones que suenan mejor cuando el volumen no es del todo alto.






miércoles, 7 de mayo de 2025

LOS OTROS

     Los otros. Sus vidas en "Instagram". Como hojear un libro donde sólo quedan las páginas brillantes, las que alguien decidió no quemar. No hay película. No hay continuidad. Sólo destellos, pulidos hasta cegar. Una sonrisa en un atardecer fingido. Un plato de comida que nadie probará. Un viaje que podría ser sólo un decorado. Así es como creemos conocerlos: a través de espejos dispuestos en ángulos precisos. Lo demás -el cansancio detrás del filtro, los segundos no fotografiados, el ruido de fondo que nadie graba- queda fuera de cuadro. Nos quedan sólo las hermosas mentiras. No el tic-tac del reloj en las mañanas vacías, los mensajes borrados, la sombra que no entra en el encuadre. Eso queda fuera del algoritmo. Hoy los otros nos dan el brillo a través de las pantallas. Pero la vida, la vida nuestra y la de los otros, siempre sucede en los píxeles rotos.




martes, 6 de mayo de 2025

MARTES

     El cansancio no es una derrota, sino una especie de inteligencia del cuerpo. Se acumula en los huesos como polvo en los muebles, y cuando llega a los ojos, el mundo se mira distinto. Así, entre parpadeos lentos, el lunes exhala su último aliento mientras el martes nace, como todo martes: pálido, mudo, indiferente. El sábado ya es cadáver. No hay que rescatarlo, sólo recordar cómo se besó a una mujer con la excusa de salvarse. ¿De qué? Tal vez del paso del tiempo, tal vez de la idea de que todo debe durar. Pero los besos no salvan: son un breve incendio en la oscuridad. Lo demás es silencio. Ahora, en este instante exacto, el martes existe, pero aún no pesa. Es una promesa sin dueño. El lunes, en cambio, se aferra a las esquinas, como un fumador a su último cigarrillo. No hay que juzgarlo. Los días no se malgastan, simplemente se consumen, como la cera de una vela. Queda, sin embargo, algo. Un rescoldo, un temblor. Algo que lucha por no ahogarse, como ese pez que chapotea en el fondo de la pecera cuando ya no hay más agua. No hay que revivirlo. Sólo contemplarlo. Después, cerrar los ojos. El martes aguarda, imperturbable.





viernes, 2 de mayo de 2025

PERDER EL TIEMPO

     Es una idea que flota en el aire desde que el mundo es mundo, como esos viejos discos que giran una y otra vez sin que nadie los escuche. Julio Cortázar lo rozó alguna vez en un pasaje de Rayuela, con esa manera suya de jugar al desastre mientras construye catedrales. ¿Aprovechar el tiempo?, ironiza, como quien tira una piedra a un estanque sólo para ver cómo se hunde. Y luego, con esa sonrisa de quien sabe demasiado, añade: Prefiero perderlo, malgastarlo, matarlo, tirarlo por la ventana como un bollo de papel. El escritor sigue su juego. Déjenme ser la sombra que se alarga en la pared sin razón, o la taza de café olvidada que nadie recoge. El cigarrillo que se consume en el cenicero. Hay algo casi revolucionario en perderse a propósito. No asistir a esa cita. No contestar ese mensaje. No recibir el llamado. No fingir interés por aquello que nunca nos importó. Dejar que las horas se deslicen, sin intentar retenerlas. Empeñarse, con obstinación de artista, en la inteligente tarea de no producir nada. Nada en absoluto. O, dicho de otro modo: revisar la lista de prioridades desde nuestra más profunda humanidad. Habitar el ocio como quien conoce el final del camino sin perder el optimismo. Es el único terreno fértil para que nazca lo imprevisto. Para que surja todo. Perder el tiempo, deliberadamente, hasta que el tiempo deje de existir. He ahí el verdadero acto de libertad.




jueves, 1 de mayo de 2025

EGOSINTÓNICO

     La suerte siempre me obsesionó. Un enigma indescifrable, un capricho que reparte destinos arbitrariamente. Yo, incauto optimista, necesitaba creer que había un orden secreto. Y esa noche, en el club "Defensa" de Dolores, el azar me dio la razón.

Fue después del partido, entre el humo y el rumor de los vasos, cuando apareció Antonio Carmona. Bajo, bigote entrecano, piel ajada por los años. Llevaba una campera de cuero negra, incongruente en aquel calor sofocante. Su voz ronca, que parecía guardar el secreto de un whisky añejo, rompió el silencio:

-No se vaya. Es de mala suerte tomar el quinto vaso solo.

Acepté. Y entre sorbos de vino tinto, me entregó un espejo antiguo: marco de madera oscura, vidrio desgastado como un recuerdo viejo, marquetería fina en el dorso que daba la sensación de estar cargado de historias.

-No es un adorno -aclaró-. Refleja los deseos verdaderos del alma, esos que enterramos por miedo o por mandatos.

Sus palabras olían a alcohol y locura, pero sus ojos, húmedos y profundos, las volvían irrefutables.

-Sólo sirve para quienes guardan un potencial oculto- añadió antes de perderse entre las sombras.

Pagué la cuenta y apuré desmañadamente el paso hacia la calle.

No recuerdo nada más de esa noche, pero al día siguiente decidí renunciar a mi oficina sin ventanas. Ahora vivo entre libros, arañando el alma de mi sufrida guitarra, regalando horas al silencio verde de mi jardín. Los martes y jueves doy charlas en el "Defensa" acerca del "Método del espejo: Mirarse profundamente para encontrar el camino". 

Nunca más supe de Carmona. Tal vez fue un borracho iluminado... o un ángel con campera de cuero. Pero su espejo sigue aquí, apoyado en mi escritorio. Me recuerda, cada día, que la suerte no es casualidad: es el valor de ver lo que siempre llevamos dentro.




LÁZARO

     El aire ya no corta: acaricia. Las piernas olvidan. La meta no es un final, sino el lugar donde todo reinicia. El cincel no fuerza el m...